Autor: Stefanie Romero Palomino
e-mail: romero.s@pucp.pe
El paisaje, referido más comúnmente por los antropólogos como ‘cultura’, es un palimpsesto de sucesivas intervenciones, de épocas de habitación y deshabitación. Es entonces la cultura que esta embebida en el paisaje y no al revés. Términos como urbanismo, territorio y vivienda son mencionados indistintamente hoy en día; sin embargo, son términos muy recientes.
Para los pobladores de las antiguas civilizaciones, estos términos y conceptos no eran los mismos ni estaban tan bien definidos y diferenciados. Su relación con el paisaje circundante era mucho más armónica, nada podía estar desvinculado de la cosmovisión que los regía. Una cosmovisión de carácter animista, que sacralizaba la naturaleza y las fuerzas que la regían, y que establecía que la función del hombre era de guardar un justo equilibrio entre estas fuerzas.
A la llegada de los españoles, se introdujeron nuevos conceptos de ciudades, y de plazas, parques, iglesias. El uso público de los espacios cambió. La relación con la naturaleza se perdió, ahora la naturaleza debía estar al servicio del hombre y no al contrario. Si bien los españoles de la conquista fueron llevados por un ímpetu meramente expansionista y de apropiación de riquezas, trajeron consigo un bagaje de conocimientos, una filosofía enraizada también sobre el hombre y sobre su paisaje, reflejada en máxima instancia en su sistema de colonización y creación de ciudades.
La investigación plantea recobrar esta parte de nuestra historia del paisajismo, enfocándose en la relación directa de la cosmovisión-filosofía y el modus operandi de ambas civilizaciones. La pregunta básica es: ¿Qué tan importante puede resultar el paisaje para una sociedad?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario