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El cielo, cuya génesis es ser proveedor de luz y oscuridad, ambos en equilibrio constante, tiene variaciones que vuelven más sutil ese equilibrio. Es el caso del cielo nuboso como el de Lima. Héctor Velarde lo llamó “cielo panza de burro” por lo gris de su composición.
El interés de la presente investigación indaga en las opacidades que genera esta luz difusa ¿En qué medida este cielo nuboso influye en la concepción de la arquitectura contemporánea en Lima? ¿Cuáles son las respuestas arquitectónicas a nuestro cielo panza de burro?
Para marcar la importancia de la relación entre cielo y arquitectura es imprescindible comprender que solo vemos la luz reflejada en las superficies. O el cielo reflejado en la arquitectura. Nuestro cielo nuboso es el filtro que brinda luz difusa a la ciudad. Crea una atmósfera particular con un registro diferente de otras ciudades cuya luz es directa, “sólida”. Los conceptos de opacidad, atmósfera, gravedad y tiempo serán fundamentales.
Las conceptualizaciones de luz sólida y luz difusa permiten difinir la categoría de opacidad en toda su dimensión. La atmósfera natural de Lima se describe en este concepto de opacidad: la luz difusa mata las sombras y produce una ciudad sobria y pareja. Al esparcirse de manera uniforme no genera sombras solo opacidad. Aplana el espacio y crea sensaciones de ensueño, de irrealidad. Las opacidades no muestran el paso del tiempo, es la luz que no se mueve. El cielo sin cielo de Lima produce un tiempo sin tiempo.
El análisis se desarrolla en torno a la obra de 5 arquitectos peruanos, quienes conceptualizan el cielo en su arquitectura. Jean Pierre Crousse, Sandra Barclay, Juvenal Baraco, Emilio Soyer y Enrique Ciriani son los elegidos.
1 comentario:
Interesante el tema. En verdad. Lo cotidiano muchas veces tiene más de imaginario que de realidad. En este entorno cómo se levanta la arquitectura limeña?
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