Autor: Andrea Otero Roose
e-mail: andrea.otero.roose@gmail.com
La ciudad es el escenario de las dimensiones sociales, políticas y económicas de una comunidad, cada una genera su propio espacio urbano al responder a las distintas problemáticas que la aquejan. Entre 1980 y 1992, una crisis política desató la guerra popular más violenta que ha presenciado el Perú desde el inicio de la República. Los grupos subversivos mantenían una lógica de agresión sostenida, y utilizaron la capital como escenario de las más crueles torturas. Por doce años el limeño debía enfrentarse diariamente con apagones generalizados, paros armados y coches bomba.
Los ciudadanos se vieron forzados a encerrarse, generando un estado de paranoia permanente que hasta el día de hoy se percibe en las formas de la ciudad. Los rezagos de aquellos años de violencia desquiciada, permanecen como evidencia de un trauma colectivo todavía vigente y visible en la calle. El temor que se difundía en las mentes limeñas, llevó a los ciudadanos a generar formas de seguridad; entre las que se encuentran dispositivos de vigilancia, mecanismos de bloqueo de calles, y el endurecimiento de la arquitectura.
Se ha ido creando una ciudad que se nutre y reproduce en base a paisajes de defensa, que generan un espacio público rendido a la inhibición, la especialización, agresión y la falta de espontaneidad. La intención de esta investigación es detectar estos mecanismos, reconocer el motivo de su aparición, sus características físicas y sociales y su transformación en el tiempo.
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